sábado, 20 de octubre de 2012

Españolas en París (Roberto Bodegas, 1971)

La tercera vía. Parece que había un concepto en el cine de los setenta que se llamaba así y ¿de qué trata? Pues de algo que quería ser el punto medio entre el cine de éxito comercial tardofranquista (las de José Luis López Vázquez que no caben en este blog ¡desgraciadamente! ¡qué panzada a reír con "Lo Verde Empieza en Los Pirineos"!) y del cine de Querejeta, que fue un invento del productor José Luis Dibildos. Películas de españoles salidos pero no. Películas de crítica social pero no. Y dentro de estas películas, obviamente olvidadas por su tibieza en la denuncia, Españolas en París fue la primera representante y seguramente la más conocida.


En lo personal hay mucho de lo que me avisa esta película: chicas españolas que se iban a trabajar a París como internas, a la aventura, dejándolo todo. Ana Belén (cuya carrera cinematográfica consiste en una sucesión de joyas ahora descatalogadas e inencontrables) es una chica de Sigüenza, hija de campesinos, que aterriza en París para hacer basicamente de todo en la casa de una pareja burguesa de franceses. Ella vive con todas las chicas en el ático de un edificio, y van haciéndose su vida en una tierra extraña mientras la película no se sabe muy bien si ejerce de costumbrismo o de manual para las mujeres que fueran a hacer lo mismo: aprende a mandar dinero (para que su hermano se pueda pagar la carrera "porque estudiar es lo más importante", ojo), a comprar queso, a ir por el metro... Y mientras tanto, aparece José Luis López Vázquez (posteriormente sustituido por José Sacristán, siendo oh tan metafórico esto) haciendo la versión respetable de la trama de "Lo Verde Empieza en los Pirineos": de turismo en París, comprando revistas eróticas, conoce a una maja francesa.

La verdad, qué gozada. Qué buen retrato sin pretensiones de la España de entonces, de las inquietudes, de las particularidades tanto de los españoles de cada sitio como de la vida parisina, en un retrato de París que ni siquiera "Tú y yo" supera en bondad. El montaje de Roberto Bodegas es algo brusco, con elipsis inesperadas, pero manteniendo una claridad narrativa muy complicada para esta mezcla de tonos: documental, comedia y drama romántico. Su planificación tiene detalles tan buenos como Ana Belén entrando en un bar con una máquina de pinball a su derecha, simbolizando los empujones vitales que sufre. Y es imposible no mencionar el reparto: Laura Valenzuela guapísima, Ana Belén que con cada película vista suya se descubre como de las mejores actrices de entonces, Tina Sainz, Elena María Tejeiro, y en papeles más pequeños, Emma Cohen o Teresa Rabal. Todos se meten perfectamente en el papel de forasteros en tierra extraña.
Roberto Bodegas y los guionistas (Christian de Salonge, otro autor imposible de recuperar, el mismo Dibildos y Antonio Mingote) separan la película en viñetas casi, cada una con una intención distinta. Las hay de crítica social, como esa fantástica escena de la pareja de españoles invitados que se dedican a poner a parir a la criada simplemente porque también es española... y aquí voy a parar un rato. Me hizo gracia esa escena porque escarba en algo bastante notorio que era la diferencia entre las clases de españoles: los de la película se quejan de que las criadas vayan a París o se dediquen a otros oficios como las fábricas y no quieren aceptar el trato denigrante que les ofrecen, gracias a que en Francia se les trata bien. En Francia y en París ¿eh? Que luego estamos todos desconfiando de los franceses y se nos olvida que, vale, con condescendencia, trataban bastante bien a nuestros paisanos. Bueno, a lo que iba: una anédota que cuenta bastantes veces mi madre, cordobesa, fue de cuando se fue con mi padre a vivir en Barcelona, a principios de los sesenta. Ella ahora no tiene nada de acento, pero entonces debía tener: la burguesía catalana de entonces le dijo, más de una vez, "Ah ¿que eres andaluza? ¡Anda, como mi criada!". La mezquindad española siempre ha estado muy en forma, y de hecho la película muestra a una serie de parisinos más o menos buena gente y a una serie de españoles pobres de cultura, de espíritu y de moral, exceptuando a la protagonista y a pocos personajes más.


Sí, es un cuento moral claro. Sí, es una película que desprecia a los españoles y alaba a los parisinos. Sí, la trama melodramática final tiene una intención clara de adoctrinamiento. Pero me ha resultado muy natural, muy creíble, muy asimilable en su falta de estridencias. Lo que acaba contando es "cuidado cuando te vayas fuera, que estás solo", que me parece muy bien, y muy apto para las niñas españolas en estos tiempos de crisis. Ah, y thumbs up para el chubasquero amarillo de Ana Belén, que algún simbolismo tendrá. Y con esto os aviso que voy a hacer un español en Londres, y que cine progre, de escasa andadura, sufrirá en sus actualizaciones.


viernes, 12 de octubre de 2012

De Cuerpo Presente (Antonio Eceiza, 1967)


 Antes que nada ¡perdón, lectores, por haberos dejado tantos días sin actualizar! Desconecté las neuronas intelectuales y estuve haciendo cosas tan prosaicas como jugar al Deus Ex Human Revolution, ver series como Eureka, o beber hasta perder la conciencia con festivales de electrónica o sin ellos. Pero he vuelto, con más ganas aún de escarbar en lo más oscuro de la filmografía de España. Y qué mejor día que el 12 de Octubre. Así que empecemos con una mezcla entre la intelectualidad de Querejeta con el surrealismo de Gonzalo Suárez, las ideas de Francisco Regueiro y el vasco marxista y posteriormente exiliado Antonio Eceiza/Antxon Ezeiza. Y un reparto en el que sólo falta López Vázquez: Carlos Larrañaga, Alfredo Landa (haciendo de matón mafioso!), Tip, Coll, Lina Canalejas, Agustín González...

La película es casi indescriptible, pero esto es en gran parte por el origen de la historia: Gonzalo Suárez, novelista, al menos en sus comienzos, era un tipo bien raro que le daba al surrealismo con humor muy al estilo de Boris Vian (o eso pone en la Wikipedia que decía Cortázar de él), y sin duda "De Cuerpo Presente" tiene mucho de las novelas de Vian. La forma en la que Eceiza, Regueiro y Querejeta han adaptado la historia lo ignoro, pero el resultado es algo así como una mezcla de Fata Morgana y Agárralo Como Puedas, con Larrañaga haciendo de Leslie Nielsen. ¿Cómo se come eso? La carencia de una narración lineal o normal es algo que ya se supone viendo todos los nombres implicados: Nelson (Larrañaga) aparece envenenado por Barlow (José María Prada) y casi le entierran vivo, pero escapa del ataud, vestido en pijama, huyendo de esos mafiosos. Como al huir acaba entrando en habitaciones de mujeres, acaba buscado por la justicia como "El Sátiro Del Pijama", mientras aterriza de dormitorio en dormitorio buscando un traje. Finalmente se encuentra en medio de... finalmente no tiene ningún sentido, ni falta que le hace.


 Porque "De cuerpo presente" tiene, a pesar de todo, cierta estructura y cierto fin visible: parodiar todo el bombardeo de (sub)cultura norteamericana. Todos los diálogos consisten en frases hechas de novelas populares o películas, todas las reacciones son reacciones imposibles en un mundo normal pero con lógica dentro de esos géneros populares (enamoramientos repentinos, persecuciones hitchcockianas...), y hay parodias bastante claras tanto de la televisión como del género gangsteril o del western (esto último, lo que me ha parecido más divertido).
 Sin embargo, no hay otra forma de ver la película que entrar con toda complicidad en ella. La línea que separa lo brillante de lo aleatorio y caprichoso es muy fina, y de hecho se pisa cada terreno de forma intermitente. Es probable que ahora que estamos más acostumbrados a la exégesis de lo pop, al surrealismo, o más bien dadaísmo del humor que va más allá del Monty Python ( Pioneros del Siglo XXI y parecidos) y que, en general, nos resulte tan divertido ver tantísimo talento dedicado a la gansada intelectual, la película resulte mucho mejor recibida que como fue entonces. O no tanto entonces, que el problema de Eceiza es que estuvo décadas sin trabajar, sin nadie que recuperase su obra, como ocurre con la gran mayoría del cine progre. Vale la pena aportar toda la complicidad posible, aunque sea por esa escena tan brillante donde parodia todos los tópicos del western norteamericano respetable (parodia nada menos que ¡"Pasión de los Fuertes"!).

 ¿Elementos de cine progre y de cine político? Los hay, los hay. Por supuesto, como en toda película de finales de los 60, hay una fiesta mod de un grupo medio brillante medio insoportable que es bailado de forma epiléptica. Pero también hay críticas políticas y sociales, más o menos soterradas: periodistas que desprecian la palabra, a la que acusan de ser falsa, y alaban la imagen, la obsesión por el apocalipsis vendida como espectáculo, y cuarto y mitad de represión sexual en la España aperturista. Obviamente esto pasó la censura porque si a estos ya se le escapaban las metáforas de Saura, estas que eran mucho más soterradas directamente ni las entendían.



Finalmente no sé si recomendarla, de lo rara que es. Yo he soltado sonoras carcajadas en muchos momentos, ya que hay escenas que de puro surrealismo acaban formando un slapstick fabuloso, y ciertamente la parodia de lo pop me llega, pero son cosas que llegan en pequeñas dosis entre episodios bastante caprichosos. Y lo que siempre me preguntaré es cómo hicieron el guión ellos tres, sabiendo que hoy en día Regueiro no guarda muy buenas opiniones de Querejeta